“El chocolate es todos los días un mundo nuevo”, dice Leonor Pérez, reconocida maestra chocolatera de la Escuela de Repostería Casa Costa, un espacio donde el arte del chocolate no necesita mayor comprensión que la experiencia misma.
Combinando diversas recetas, texturas, sabores y aromas, Leonor Pérez ha entregado a todos sus alumnos un pedacito de sí misma. Sus primeros pasos en torno al chocolate los dio hace 32 años en Buenos Aires, pronto se especializó en España hasta dar con la docencia y un universo increíble de propuestas culinarias con un valor humano esencial: compartir. Sí, porque más allá de las deliciosas recetas dictadas clase tras clase, el fin de la Escuela de Repostería Casa Costa es entregar un conocimiento artesanal único a todas aquellas emprendedoras que deseen crear algo para sí mismas y sus familias. De allí el aporte con sentido detrás de miles de microempresarias que han visto en esta experiencia una forma de ganarse la vida.
Más que sabor
En retrospectiva, Leonor no imaginó jamás todo este camino recorrido con Carozzi. Desde su llegada a la empresa en 2002 el desafío fue potente. Le ofrecieron dictar clases. “¡Probemos!”- dijo, ella. Y surgió esta suerte de despertar.
En cada clase Leonor se presenta, cuenta su experiencia y su labor junto a Carozzi y sus marcas Costa y Ambrosoli, induciendo a sus alumnos desde cero a este sensorial universo que es el chocolate. Allí cientos de personas han aprendido a hacer bariloches, calugas con chocolate, trufas de maqui, cranberries, jengibre, ron y coñac; bombones de frambuesa, menta y damasco turco.
Leonor también se da el tiempo de utilizar uno de sus productos favoritos -Ambrosella de Ambrosoli- para lograr alfajores y bombones además de increíbles líneas gourmet con especias como el merquén, por ejemplo.
“A la gente le gustan las clases. ¡Qué rico, usted siempre nos muestra algo nuevo!- me dicen, y -en parte- siento que también les enseño algo para la vida. Ese es mi granito de arena y actualmente tenemos el orgullo de decir que muchas de nuestras alumnas tienen sus microempresas. Al principio no te das cuenta, pero cuando alguna te dice: Profe, ¡todo lo que tengo es gracias a usted! Se siente una enorme satisfacción, el trabajo en equipo da resultados”, señala.
Sueños de emprendimiento
Hoy a Leonor le interesa innovar. Ya no basta con aprender lo básico, la idea es inspirar y pensar el chocolate desde la creatividad. Por ello, es común verla participando junto a Carozzi en múltiples ferias y encuentros donde suele mostrar todo su talento elaborando bombones, calugas y sushi mazapán. “Estamos perdiendo las raíces del buen hacer. La artesanía es fundamental, entregas una parte de ti y -sobre todo- hacer chocolate es una cuota de amor y paciencia”, comenta.
Toda esta labor en pos del emprendimiento ha dado efectos concretos. Es más, “en las ferias los grandes protagonistas han sido quienes se capacitan con nosotros”, dice. Hemos realizado ferias en el Portal de la Dehesa y en el Mall Florida Center, también en Quilpué, La Serena y Puerto Montt. “¡A la gente de regiones les encanta! Ahí te das cuenta que un emprendimiento es capaz de hacer que toda una familia cambie su forma de pensar, crecen todos unidos”.
¿Dónde tomar clases de chocolatería? / www.escueladereposteria.com